Entre octubre y noviembre 2019 estuve en La Antiquilla, el barrio criollo y tradicional donde nací y crecí. Esta vez en visita corta porque tenía compromisos familiares que impedían prolongar mi estadía y me vi sometido a la tiranía del tiempo que limitaba el disfrute pleno con que suelo visitar este bendito barrio, donde vivieron mis ancestros, que yo tengo claro y sin duda, desde mis abuelos, maternos y paternos, así como mis padres, hermanos, tíos, primos y mis amigos de crianza.
Quienes nacimos y nos criamos en barrios tradicionales españoles de ciudades coloniales como Lima, Cusco, Cajamarca, Trujillo, Bogotá, Santa Marta, Cali, Quito, Guayaquil, Buenos Aires, Caracas, Cumaná, Maracaibo, Margarita, La Habana, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Panamá, México, etc. etc., sentimos un nudo en la garganta por la angustia al ver desaparecer el uso tradicional que se les daba a las edificaciones antiguas con fines de vivienda para ubicar en ellas negocios y actividades propias del mercado inmobiliario, con la intención de dar respuesta a las necesidades de la población.
Este sentimiento de orgullo que sentimos los antiquilleros lo siente quien son de otros barrios coloniales de Arequipa, como son el barrio de San Lázaro, Siete Esquinas, Yanahuara, Cayma y otros, así como los barrios. limeños tradicionales de Barrios Altos, La Victoria, el Cercado, El Rímac, etc.
Si llegas a “tu lugar” de origen y consigues, o mejor dicho NO CONSIGUES, lo que hasta hace poco tiempo ESTABA ALLÍ, entonces te preguntas ¿qué pasó con mi barrio, sus calles y sus casas? La respuesta todos la conocen: EL MERCADO INMOBILIARIO SE DEVORÓ MI BARRIO, porque SI EXISTE UN MERCADO, HAY QUE OFRECER LO QUE ESTE NECESITA. El mercado está conformado por los siguientes elementos: Necesidad, Producto, Dinero y Ganas de gastar. El más importante y que da origen a los demás elementos es LA NECESIDAD, concebida como la incomodidad de la falta o carencia de algo.
La necesidad de terrenos y construcciones en Arequipa se ha vuelto crítica y aparte de que ha destruido y destruye la campiña arequipeña, ha afectado a las zonas residenciales y con ello a sus habitantes, que han tenido que emigrar porque las grandes corporaciones están aplicando estrategias de tercerización en la compra de las propiedades para ir adquiriendo, poco a poco, grandes áreas para desarrollos comerciales y complejos habitacionales que pasarán a manos de los tenedores de grandes capitales como es el caso de las cadenas de supermercados y plazas como Falabella, Totus, etc.
En el caso de las calles de mi barrio y de sus cercanías, como son la calle donde quedaba mi casa en Francisco Mostajo (antes Chapota), Pampita Zevallos, Ampatacocha, Los Arces, Tronchadero, Recoleta, Beaterio, Señor de la Caña, Challapampa, Chullo, Tahuaycani, Callejón del Solar, etc. y paro de nombrar. Lo que se observa ahora es PUUUUURO NEGOCIO (pequeñito o micro pero negocio), ya no hay casas de habitación. Estas calles, en la noche dan más miedo que un cementerio en las porque ni siquiera el sepulturero te va salir.
Hace 4 años hice una visita previa y observé con dolor que en la calle antiquilla y Pampita Zevallos los negocios tradicionales como La Botica Salinas y la tienda de los Peñaranda habían sido reemplazadas por salones de belleza.
Las teorías sociológicas que estudian las necesidades humanas las categorizan (de forma casi unánime) en cinco niveles: 1) Básicas (comer, beber, respirar, vestir, vivienda, descanso) son permanentes en el tiempo y son vitales; LA FORMA DE SATISFACERLAS VARÍA DE ACUERDO A REALIDADES ECONÓMICAS Y SOCIALES; pero las otras (las necesidades de Seguridad, las Sociales, las de Estima/reconocimiento, y la Autorrealización) son cambiantes y por ende las formas de satisfacerlas también cambian para adecuarse a la realidad de la demanda.
Desde hace tres años y por cuestiones de geopolítica internacional, ESTA ES MI EXPLICACIÓN, se dio inicio al bloqueo total a Venezuela (político, económico, social y cultural) por parte del vecino del norte y sus adláteres, que impidió la entrada de dinero por la exportación de petróleo, el embargo de las reservas y la apropiación de los activos (refinerías y estaciones de gasolina CITGO en tierras del Tío Sam y MONÓMEROS en Colombia) que causaron el desmejoramiento de las condiciones económicas de su población, consecuentemente el deterioro de la calidad de vida, y motivó el éxodo masivo de los venezolanos. Los individuos de los sectores más pudientes y favorecidos económica y educativamente optaron por emigrar a Europa, Estados Unidos y Canadá; los otros, que provenían de los sectores menos favorecidos emigraron a otros países como Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Argentina, Brasil y Panamá, porque la propaganda de la prensa les decía que allí conseguirían lo que habían perdido en su país.
Así, llegaron muchas venezolanas, que si ya de por sí, tienen naturales atributos de belleza (9 Miss Universo y 7 Miss Mundo), además le ponen empeño extra a su cuidado y apariencia personal, a la cual le dedican mucho tiempo y esmero para verse siempre atractivas. Esta condición despertó e incentivó la preferencia de los machos autóctonos y vernáculos de esos países por “las venecas” y las vieron como muy bonitas, las tomaron como motivo de su admiración y no pocos sucumbieron y dejaron esposa y novia por una de las inmigrantes. A esto le agregamos lo que reza ese dicho popular de que NO HAY MUJER FEA SINO MAL ARREGLADA y aunque esto no sea verdad en su totalidad absoluta, algo debe tener de cierto.
La consecuencia, esta es una teoría mía, la mujer peruana, exceptuando a la limeñas, que en su mayoría siempre están maquilladas y pulcramente vestidas (bueeeeno, las que yo conozco y mis enamoradas de Arequipa), se percató DE LA NECESIDAD DE ARREGLARSE UN POQUITO MÁS Y MEJORAR SU APARIENCIA porque LO ESTABA PERDIENDO TODO, es decir, estaba perdiendo a sus esposos y novios, porque ellos estaban prefiriendo a las “advenedizas venecas”; las arequipeñas intensificaron su asistencia a los salones de belleza, SPA’s, Gyms, etc. para mejorar su apariencia corporal, pintarse las uñas, peinarse, maquillarse y hasta para tatuarse.
Tomando como centro de la actividad económica y comercial el Mercado de Antiquilla, para octubre de 2019 existían en sus cercanías 64 Centros de Belleza y creo que esta cifra, proporcionada por mi hermano Julio, mi apuntador estadístico, se queda corta porque no contabilizó los locales existentes en Los Cedros y León XIII. La mayoría de estos locales tiene muchos venezolanos (hombres y mujeres) que trabajan “haciendo uñas”, tatuando, cortando y secando cabello, peinando, maquillando, vendiendo y distribuyendo equipos y productos, y no sé qué más, porque ese no es mi campo.
Las Calles de Mi Barrio Antiquilla (Suena para título de un libro) lucen para octubre de 2019, solas, y no porque les falte gente, lo que LES FALTA ES VECINOS, AMIGOS Y CONOCIDOS. Si sales a caminar, ves gente fría, seria, extraña (no dije rara), y ASÍ NO ERA LOS DE MI BARRIO. Me da dolor escribir sobre esto porque siento que con mi barrio se va una parte de mi vida.
Les dejo estas fotografías de un día domingo que tomé caminando desde Antiquilla hacia Beaterio.
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