203 Ejecutivos Náufragos # 3


203 EJECUTIVOS NAUFRAGOS # 3
Escrito por Berthing León, Lechería, Venezuela, 18.01.2018
Jadeando aun por el esfuerzo continuo y desesperado para remar y acercarse a la orilla, Cheché le dice a su compinche Bert:
-      Compadre, cuando lleguemos a tu casa yo buscaré a mi familia y me voy a mi casa en Puerto La Cruz para echarme un baño y alistarme para regresar a trabajar, y como tú vives en el campamento de la planta vas a llegar antes que yo a tu oficina. Me vas a hacer el favor de llamar al Jefe de Planta II y decirle que yo voy a llegar un poquito tarde porque tengo problemas con mi carro.
Bert lo miró de reojo y le respondió al amigo:
-       Si wey, que nadie se entere de esto porque es inaudito que esto le ocurra al Bert que todos conocen, Qué raya, qué vergüenza con la gente que nos conoce, habernos quedado a la deriva por falta de gasolina, y qué desprestigio para ese mi Jefe de Máquinas, experto Ing. Mecánico (de industrias, no de carros como aclaraba él) y ahora tampoco de lanchas como había quedado demostrado con el cálculo de las pulgadas cúbicas de los cilindros y el consumo de gasolina.
Ya bastante repuesto, Bert le dice a Cheché
-      Compadre, allá arriba, a 300 metros en la montaña queda la carretera. Como tú lo sabes, yo no puedo ni nunca he podido caminar sin zapatos, te lo digo porque también sabes que metí mis zapatos en la camioneta que se vino por la carretera, en consecuencia yo pienso que tú, por ser el único macho macho y mucho, eres el único “voluntario” para ir a la carretera y pedir auxilio a un carro para que te acerque a mi casa porque allá deben estar preocupados…..
No pudo  terminar de expresar la idea completa porque fue interrumpido por el compañero que le respondió
-       Ni de vaina compadre, estas montañas tienen culebras y yo les tengo pánico a esos bichos, así es que yo no iré.
Y coooooooño, entonces tenían que quedarse a bordo de la lancha porque lo que había en la orilla no era arena, eran riscos de roca quebradiza y lajas.
Para “redondear” la situación, comenzó una lluviecita que después se convirtió en un tremendo diluvio; caía tanta agua que tuvieron que sacarla con la bomba de achique; y con esa lluvia llegó el frío, y esos “cristianos” lo que tenían por vestimenta eran sus pequeños trajes de baño, y no tenían dónde cobijarse, comenzaron a tiritar porque el frío arreciaba más. Buscaron que acercarse y abrazarse en círculo para darse calor pero no era tarea fácil con esa lluvia.
Cesó la lluvia como a las 4:30 de la madrugada y cuando pensaron que por fin tendrían un respiro de tranquilidad, la lancha se convirtió en un zumbido por la cantidad de zancudos, jején y puri-pure o manta blanca que cayeron sobre los infortunados “visitantes de la playa” que como estaban a escasos metros de una montaña con vegetación tupida, los agarraron como banquete decembrino. Y ráscate acá, palmea allá, espanta por aquí, aplaude por allá; eso era un martirio pero no quedaba otra alternativa que soportar y esperar a que soplara brisa y que saliera el Sol.
A las 5 escucharon el ruido inconfundible de un motor fuera de borda y en efecto vieron el peñero de un pescador que venía costeando. Levantaron la mano y lo llamaron para pedir que los auxiliara porque estaban sin gasolina, el pescador dijo que la que él llevaba en un bidón no nos iba a servir porque era gasolina con aceite de dos tiempos que son los motores Fuera de Borda, pero que sin embargo a su retorno él nos traería un bidón de gasolina pura. Con esa promesa y compromiso lo dejaron ir y se quedaron en el mismo sitio dando de comer a los zancudos y evaluando la decisión de haber dejado que se fuera ese pescador. Y se prometieron que al próximo no se les iba a escapar.

Una hora después, ya había salido el sol, escucharon otro motor y  apareció la proa de otro peñero, vieron al pescador y en voz alta Cheché lo saludó con un
-     Yyyyyyyyuhu compay, buenos días
Y acompañando la voz con el gesto, esta vez calmados y sosegados, llamó al pescador para que se acercara.  En cuanto estuvo al alcance, le brincaron encima al bote y Cheché continuó:
-       Según las leyes marinas, tienes la obligación de rescatarnos porque desde ayer estamos perdidos en el mar y tú nos vas a remolcar hasta Pertigalete.
El pescador desconcertado no sabía que decir ni qué hacer y mientras Cheché procedía a amarrar la cabuya de la popa del peñero a la proa de La Valentina, simultáneamente Bert se estaba tirando al mar para bucear y liberar las anclas de la lancha que estaban enredadas entre las rocas y los corales.
Iniciaron el remolque, lento pero muy seguro. En la lancha solamente iba Bert; los demás estaban ya instalados en el peñero de rescate; muy felices y otra vez con el ánimo al tope iban los otros rescatados. Pura alegría, tanta que terminaron por contagiar de la alegría al pescador. Como a los 5 minutos divisaron en el horizonte que navegaba raudamente y dejando una estela blanca, una lancha con casco azul y blanco. Bert aguzó la vista y reconoció a la lancha María Eugenia de la empresa Vencemos, conducida por su sempiterno Capitán Pedro César que también en ese mismo instante se percató que el peñero estaba remolcando a La Valentina.
Pedro César inmediatamente viró la María Eugenia y se acercó a toda velocidad, se saludaron y dijo:
-       Bueno, me alegro que estén bien, veo que ya los están remolcando y tienen la situación controlada, yo me regresaré a la dársena para avisar a la gente que ya los encontraron,
Giró en 180° y aceleró para perderse en la lejanía. ¿Y no era que no querían que la gente se enterara? ¿Cómo se enteraron? ¿Y cuánta gente estaba enterada?.
Diez minutos después avistaron las instalaciones de la planta de cementos: Planta II, muelle 6, carga barcos, ensacado, muelles del 1 al muelle 5, playa el cocal, salida de la quebrada la mora, muellecito para el uso de los trabajadores que vivían en Valle Seco, club náutico, piscina, rompeolas de la dársena y entrada a la bahía de la dársena, y de pronto AQUEL GENTÍO levantando las manos en gesto de saludo y aquellos gritos de alegría, Parecía que todo Pertigalete hubiera concurrido a recibirlos.

Bueno, la alegría era grande, estaban las tripulaciones de las lanchas del club náutico, organizándose para la segunda salida de búsqueda ya que la primera la habían realizado a la 1 de la madrugada porque fueron convocados por el Presidente del Club.
Reunidos en la dársena con el Gerente General, Luis García Belloso, y el Presidente del Club, Alberto Troconis, estos les explicaron que de casa de Bert a las 9 de la noche llamaron a la casa del Gerente para informarle su preocupación porque Bert y Chechè tenían que haber llegado como a las 6 pm. y presumían que algo malo hubiera sucedido.
El Gerente General comunicó a Alberto Troconis (Jefe del Dpto. de Relaciones Industriales)  y este activó los mecanismos de búsqueda y rescate: 1) Convocó a los miembros del Club Náutico para efectuar salidas programadas de patrullaje, 2) Por radio informaron la situación a la Capitanía de Puerto, 3) Informaron al Comando Regional 7 de la Guardia Nacional para solicitar que las unidades de la Guardia Costera activaran el patrullaje y búsqueda, 4) Solicitaron a la empresa Conferrys que radiara a sus naves para que tomaran las precauciones ante una lancha que estaba a la deriva, 5) Solicitaron al comando de la Base Aérea que dispusiera la búsqueda aérea y en tal sentido les informaron que un helicóptero saldría en su búsqueda a las 7 am.
Ante esta movilización que había suscitado este percance, lo único que tenía cabida de parte de Bert y de Cheché era reconocer y agradecer eternamente estas muestras de solidaridad de parte de la empresa Vencemos en la persona de su Gerente General, a los miembros del Club Náutico que sin tener ese vínculo de amistad fueron solidarios en la búsqueda de esos 2 socios del Club y al Presidente del Club Náutico que esa misma noche activó la estación de radio para coordinar y monitorear el primer patrullaje que salió a media noche y que ciertamente fue avistado a esa hora desde la Valentina.
Ya en OFF, les comentaron a los náufragos (así los bautizaron), que cuando dijeron que estos 2 personajes estaban juntos y se habían perdido en el mar preguntaron con quienes estaban; les informaron que con 3 mujeres entonces dijeron para sus adentros ESTOS CARAJOS ESTÁN PARRANDEANDO, HAN FONDEADO EN ALGUNA ISLA Y VAN A APARECER MAÑANA. Y claro que aparecieron al día siguiente pero no, no habían fondeado en ninguna isla ni estaban parrandeando. Lo que estaban era muertos de miedo, de frío y picados de zancudos y puripure.
ASÍ FUERON LAS COSAS o mejor dicho ESE “NAUFRAGIO”.

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