44 Burro contra Leoncito


44  BURRO CONTRA LEONCITO
Escrito por Berthing León Villanueva, en Lechería, Venezuela, 12 de Diciembre de 2018

                                

                    
Nuestra memoria retiene recuerdos, algunos que son agradables, otros que no son tanto (depende cómo se vea) y de alguna vivencia se dice "mejor no la hubiera vivido" pero nada se puede hacer. ¡Lo vivido, vivido está! y punto.
Dice un vals peruano que "aquel que no ha querido no ha vivido" y yo te preguntaría a tí mi querido lector, si es que te imaginas ¿cómo estaría tu memoria si no te hubiera pasado nunca nada?, tendrías acaso algo para recordar? Con toda seguridad sería una vida sosa, sin sabor. chuma dirían mis paisanos characatos (arequipeños) y no podrías decir como Neruda ni como Bert: CONFIESO QUE HE VIVIDO.
Entre las vivencias que tiene Bert está la vez que "se mechó" con ese que ahora  llaman Tito pero que en la escuela llamaban “El Burro". Bert era para ese momento un muchachito de apenas 16 y el burro tenía más de 21, y además El Burro era un burro, socarrón y cimarrón por lo rudo.
No se sabe qué se dijeron (a lo mejor ni siquiera se dijeron un carajo), pero el hecho es que aún estaban en pijama, o sea, se estaban levantando y en un parpadeo Bert se le fue encima al Burro, le pegó dos puñetazos e inmediatamente se abrazó fuertemente a él como una garrapata. Cuando el burro reaccionó trató de devolver los golpes con contundencia pero no podía lograrlo porque Bert estaba bien pegado a él, como bailando un bolero muy apasionado pero sin música, y si bien es cierto que el burro logró pegarle algunos puñetazos esos no tenían la fortaleza ni la contundencia que hubiera deseado. Los compañeros los vieron trenzados EN CLINCH en el pasillo de la cuadra como a 5 metros de la puerta y corrieron a separarlos, más bien para proteger a Bert que era buena gente, jodedor pero buena gente; y uno de ellos le dijo:
-       ¿Pero tú eres loco Bert? ¿Es que no te das cuenta que “por más que le pongas fuerza y empeño” no podrás vencer al burro? acaso no te duele lo que te golpea?
Bert, limpiándose la nariz le contestó.
-     Claro que sé que no lo voy a vencer, claro que me duelen los golpes, y bastante, pero yo no puedo dejar que este carajo porque es más fuerte que la mayoría de flacos de la promo crea que puede joder a los demás sin que le pase nada, yo no me dejaré tratar así, ni ahora ni nunca.
El tiempo le curó a Bert los moretones y le dejó como lección que NUNCA DEBÍA SOMETERSE ANTE NADIE, y bajo esa premisa se peleó con Crushito, con el Oso Yogui y con otros cuantos más que le aventajaban en corpulencia y fuerza. Pero aquí está él, que aprendió a sobrevivir y le agradece a Tito que le dio la oportunidad para afianzar su coraje y comprobar que MÁS VALE MAÑA QUE FUERZA, Bert PEGÓ UNA Y DOS VECES y se abrazó para impedir que el burro lo golpeara. Jejejejeje.
Inteligencia vs. Fuerza burra, perdón, BRUTA (con el perdón de ellas).
Y lo que pasó con el Oso Yogui Mora es que al sonar el toque de diana venían dos vueltas al perímetro de la escuela para entrar en calor y preparar los músculos para la sesión de gimnasia, después venían las siguientes tres vueltas; al completarlas ingresaron a la cuadra, acalorados y jadeando (botando el bofe diría yo), para asearse y prepararse para la formación y desplazamiento al comedor.
Ese tropel de cadetes, cual si fuera UNA CABALLADA como diría EL ZORRO ARGUEDAS, entraron al dormitorio, se quitaron la ropa para quedar calatos y con las manos en los bolsillos, agarraron sus toallas, jabón, crema y máquina de afeitar, y algunos se fueron a las duchas de primero para después ir a los lavamanos a rasurarse, y otros prefirieron a la inversa, afeitarse mientras pasaba el agite y después ducharse.
En esta oportunidad, entre los que estaban duchándose, coincidieron el Oso Yogui y el Leoncito, Por alguna razón se gruñeron y enseñaron los dientes y cuando salieron de las duchas, volvieron a coincidir en los lavamanos, uno al lado del otro, se miraron a través del espejo que estaba frente a ellos, se arrugaron la cara, NO SE DIJERON UN COÑO, NO SE MENTARON LA MADRE, pero soltaron las afeitadoras y se enfrentaron.
Bert pensó para sus adentros: este carajo será pesista y judoka pero en pelea criolla y en velocidad no me va a ganar. Para cuando él reaccione ya le habré metido por lo menos dos carajazos. Y así fue, Bert le dio cuatro golpes rapidísimos en la cara y cuando el Oso fue a reaccionar, ya los compañeros los estaban separando. Se llevaron a cada uno para lugares opuestos en el baño y hasta allí llegó esa bronca. TODAVÍA LE DEBO ESOS PUÑETAZOS AL OSO y no se los voy a pagar. Saludos.
Bert ERA UN ATREVIDO, bueno, decir era no es ni tan correcto. 

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