21 La solemnidad de mi Profesor Matazca


21   LA SOLEMNIDAD DE MI PROFESOR MATAZCA
Berthing León Villanueva, Lechería, Anzoátegui, Venezuela, 21 de septiembre de 2018
Parecido a mi excelso Profesor

Uno de mis profesores de las materia humanísticas en el colegio secundario dirigido por los Hermanos de La Salle, era un personaje admirable. Si me preguntan qué materias nos impartió creo que no podría decir cuáles. Más fácil es decir cuál no impartió podría puntualizar que el profe de Historia era el Dr. Cáceres (de apodo el Autóctono), De Geografía El Dr. Francisco Banda Chávez (“Con Banda Chávez se estudia” era su grito de guerra), también el Dr. Cuentas,   Siiiii, todos Doctores, todos vestían con traje y corbata, por cierto que en el 2014 visité a Banda Chávez que aún, a pesar de su avanzada edad y su deterioro físico, estaba en actividad profesional, esta vez como Notario. Claaaaaaro que no se recordaba de mí, pero lo importante es que yo no los he olvidado; que siempre los tengo en mi memoria, con mucho respeto y aprecio personal.
Volviendo a Matazca, por supuesto que ese no era su nombre, se llamaba Francisco Benavente Flores. Entre sus títulos académicos estaba el de Doctor en Derecho. El Doctor Benavente Flores era un señor ya bien entrado en años, bajito, gordito, de frente amplia y de calva incipiente pero franca, cabellos entrecanos, de cara redonda, tez blanca, más bien colorada, tenía en el rostro con algunas cicatrices características de la viruela, por lo cual, algún jodedor (siempre los hay) le puso el nombre de matazca en alusión a ese plato guisado arequipeño que tiene como base carne de res, picada muy menudita, papas y aliños y que se llama “matazca arequipeña” y así se quedó con esa chapa desde hacía como 20 promociones del colegio Independencia Americana (fundado por el Libertador Simón Bolívar en 1,826) donde antes había impartido ejercido como profesor de aula antes de incorporarse a la nómina de mi colegio.
Las clases de Matazca eran CLÁSICAS, como clásicas también eran las clases de los otros profesores, pero lo que diferenciaba a Matazca era la solemnidad que les imprimía y para que puedan tener una idea de ello, aquí se las relato.
A la hora exacta sonaba el timbre para indicar que había terminado el recreo y que debíamos pasar al salón de clase. Sin prisa pero sin pausa. Allí nos estaba esperando el profesor o estaba caminando ya para el salón. Nos arreglábamos la corbata, alisábamos la camisa, nos pasábamos la mano por la cabeza para medio peinarnos y nos acomodábamos sentaditos en nuestro pupitre; y de seguido escuchábamos la voz del profe:
-   Buenos días señores alumnos.
Nos levantábamos inmediatamente y sin hacer bullicio para responder en coro, como si se tratara del coro de ángeles:
-   Buenos días señor profesor.
 Dirigiéndose al Brigadier del salón;
-    Señor Brigadier, haga usted rezar un Padre Nuestro y una Ave María.
Después de rezar nos decía “pueden tomar asiento” y nos sentábamos, en completo y absoluto silencio.
Y comenzaba preguntando qué habíamos visto en su clase anterior y sobre ello nos hacía preguntas a manera de repaso para ubicarnos en el contexto y reforzar el conocimiento del tema visto. Después entonces nos impartía su clase magistral.
Un día llegó el Profesor Francisco Benavente Flores más serio que de costumbre (de costumbre él ya era demasiado serio) y después que nosotros tomamos asiento buscó con la mirada a (el cholo) Ramírez y le dijo:
-       Señor Ramírez, (José Ramírez se puso inmediatamente de pie al lado de su pupitre) Usted es Cura señor Ramirez? Noooo? Pero Usted bautiza? Noooo tampoco? Yyyyyy.. Usted sabe lo que es la matazca? Siiiiiiii? Es un plato arequipeño que se hace con carne molida y es muy delicioso, muy rico. Usted sabe si yo soy de carne molida? Nooooo? Usted sabe si yo soy delicioso? Usted me ha probado? Noooooo? entonces, dígame usted señor Ramírez por qué me puso usted el nombre de Matazca? Por qué me grito usted MATAAAAAAAAZCA en plena calle?
Puuuuuuuuuuuuucha, Ramírez estaba más pálido que un papel de examen y pensando en el consabido “tierra trágame”. Muuuuuuudo y paralizado, sin poder hablar, sin poder moverse. Buscaba con la mirada a Jesús Salazar, el compañero de clases y compinche en esa travesura de gritarle a matazca y esconderse. Pero Matazca fue más vivo. Después que le gritaron él se ocultó y espero y esperó, hasta que los traviesos, pensando que ya matazca se había ido, salieron a la calle otra vez pero el profe los estaba cazando y al que identificó en ese momento fue al cholo. El loco Salazar pudo volver a ocultarse y así pensó eludir la identificación del profe, pero no le sirvió de mucho, porque cuando el cholo buscó con la mirada al loco Salazar LO DELATÓ y como Matazca estaba atento, ZASSSS, lo descubrió y supo con certeza que era el otro “palomilla” atrevido.
Pero Matasca era tan noble que, después de educarnos al hacernos ver lo malo de este comportamiento, no tomó represalias con las notas. ERA UN GRAN PROFESOR Y UNA EXCELENTE PERSONA y nos demostró que además era muy despierto, más de lo que imaginaron estos compañeritos míos que de verdad eran tremendos palomillas.
Me llena de orgullo y me satisface haber sido alumno del Dr. Francisco Benavente Flores, (sin apodo).

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