192 Adivinador Acertado
192 ADIVINADOR ACERTADO
Escrito
por Berthing León Villanueva, Lechería, Venezuela, 24.03 2017
Eran las 10 am. y Bert se encontraba paseando y
de compras en un centro comercial de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui,
Venezuela; había dejado su carro en el estacionamiento y se disponía a visitar
un negocio, caminaba delante de unas ventanas panorámicas del salón de
exhibición de un fabricante de muebles de oficina, y cuando ya estaba por pasar
a otro negocio, se abrió abruptamente la puerta y una voz femenina, agradable y
respetuosa le dijo:
- Hola Bert, amigo mío, pasa
adelante a mi negocio que tengo que hablar contigo.
Reconoció a la persona, se trataba de Doris, la
dueña de la empresa, una amiga a la que no veía desde hacía como 4 años. Después del abrazo y del acostumbrado besito
en la mejilla, pasaron al local y Bert fue conducido hasta el despacho la dama.
Ella tomó asiento e indicó a Bert una silla para que hiciera lo propio y simultáneamente
llamó a su Secretaria, para comunicarle a título de comentario:
- ¿Recuerdas María Esperanza que te hablaba muchiiiiiiiisimo de un
señor que hace unos años muy acertadamente me leyó mi destino?. Pues este es
ese señor.
Bert
las miró sorprendido y aceptó la silla complacido e intrigado, y recibió el
café negrito que le estaba ofreciendo la secretaria, como se acostumbra en
Venezuela.
Después
de las preguntas, respuestas y comentarios de rigor, tales como “qué bien te ves, cómo te va, qué es de tu
vida, etc”. Llegó el momento de
“aterrizar” en el motivo de su saludo e invitación y dijo Doris:
- Recuerdas el comentario que me
hiciste la última vez que nos vimos? por cierto, aquí mismo en el negocio y en
la oficina?
- Más o menos podría recordarme
de esa visita en términos generales, pero no sé concretamente a qué parte o
comentario te refieres.
- Tal como tú me lo dijiste: Me
divorcié y me volví a casar, esta vez me casé con un chileno, viajé hasta la
Patagonia y tuve un segundo hijo en esta nueva relación. Y eso me lo dijiste tú
Bert: Ocurrió exactamente como tú me lo pronosticaste.
Entonces Bert “echó para atrás” la memoria y
recordó que en efecto, un día había ido a esa oficina a tratar asuntos
relacionados con la empresa donde él trabajaba y después de finiquitado el
motivo de su visita pasaron a “socializar” y entre sus “inventos” de siempre y
que jocosamente abordó, Bert dijo que sabía adivinar, que era capaz de leer la
mano, las piedras, la coca, los caracoles y hasta “la borra de café”. Ella no
le creyó y “lo puso a prueba” cuando le dijo:
- OK, entonces léeme la mano.
Bert como respuesta le tomó la mano entre las
suyas y le dijo:
- Ábrela, ahora ciérrala en puño
Y……, ella le corrigió:
- Bert, la mano que se lee es la
mano derecha, no la mano izquierda.
Entonces como salida a este su error Bert le
respondió:
- No te preocupes Doris, que el
que sabe leer, lee hasta de cabeza; y aquí el que lee soy yo y a mí me gusta
leer la mano izquierda porque es la más virtuosa.
Lo que pasaba era que Bert de leer la mano, de
la quiromancia y de ninguna otra “ciencia oculta” sabía absolutamente nada, y
jamás había presenciado un evento de tal naturaleza. Lo qué más se aproximaba a
esto era que alguien le había dicho que, para los “lectores” de la mano, por
ejemplo, que una persona tendría tantos hijos como “surcos” se le formaran entre
la palma y el puño (por el lado del meñique) y como él se enteró en la
conversación que ella ya tenía un hijo, pues él tenía que inventar que “veo en
la mano” dos surcos y eso significa dos hijos; en consecuencia, el destino de
Doris le iba a deparar otro hijo.
- Veo que vas a parir otra vez y
que tendrás un varoncito.
Ella lo miró con mucha expectativa y Bert
agregó:
- Ahora abre la mano
Ella abrió su mano y él deslizó la suya sobre
la palma de la mujer, varias veces (mientras pensaba qué más decir) y comentó:

Ella quedó impresionada, sorprendida y
pensativa. Bert soltó una carcajada y se retiré del negocio con una tremenda
sonrisa.
Bueno, después de ese día, Bert se olvidó del
evento y también de ella.
Así llegamos entonces al día de ese reencuentro
cuatro años después. Ella lo miró
solemnemente y dijo:
- Gracias Bert, amigo, por
haberme hecho esas predicciones te tendré un agradecimiento sincero y eterno.
La Secretaria entonces intervino para decir:
- Bien señor, ahora me la va a
leer a mí.
Bert trataba de explicarles que ……. Que todo
eso que pasó era mentira, que fue pura coincidencia, que él lo único que sabía
leer era la Biblia y que casi no la leía nunca.
Pero nada, ellas en ese momento se volvieron no
creyentes, yyyy no le creían. Tuvo que decirles que …..
- Miren, ahora yo uso lentes y
no los cargo conmigo; por tanto no veo bien, lo cual pudiera llevarme a cometer
errores en la lectura.
Bueno, así vino a medio-convencerlas, y se
despidió de Doris no sin antes comprometerse en que habría otra oportunidad
para leerle la mano a María Esperanza, la Secretaria. Salió del negocio sin
darles la espalda y reiterando la promesa de volver.
¿Se cansarían de esperarlo?. Seguro, porque
Bert no volvió por allá.
Han transcurrido muchísimos años y la amiga
abrió otro negocio cerca de donde actualmente vive Bert, regularmente se ven y
también siempre se sonríen, felices los tres: el esposo que es casi su amigo,
ella agradecida y Bert satisfecho por la “tremendura” que afortunadamente tuvo
un desenlace feliz.
Comentarios
Publicar un comentario