168 El iguanero novato botó a la basura 36 huevos


168  EL IGUANERO NOVATO BOTÓ A LA BASURA 36 HUEVOS
Escrito por Berthing León Villanueva en vuelo de Utah a Florida, USA, 08 Noviembre 1.2016
y entonces: Bert botó a la basura los 36 huevos de iguana porque le dijeron que ya estaban iguaneados y él se lo creyó; sin embargo, tenía “sus dudas” que le obligaron a revisar sus pocos y rudimentarios conocimientos de zoología.

El cuento viene porque cuando Bert trabajó en Vencemos Pertigalete (La fábrica de cementos más grande de América Latina), su rutina extra laboral era la de un deportista empedernido, pues de lunes a viernes trotaba en la mañanita, nadaba al mediodía y a partir de las 5 de La tarde hacía deportes varios (futbol, básquet, volibol, pimpón).
Los sábados y domingos Bert los dedicaba al buceo y la caza submarina en las islas que conforman el Parque Natural Mochima.
Un mediodía, después de “calentar” (al mediodía la temperatura puede ser de 36 °C) trotando en el estadio de beisbol (detrás de “su” oficina) se dirigió en su vehículo a la piscina del Club Náutico; atravesó el mini zoológico y estacionó; en la puerta del Club saludó a Carpio, el sempiterno vigilante, pasó frente al comedor externo y subió los escalones de acceso a la piscina ubicada entre el risco abrupto de un cerro y la grama que en degradé bajaba hasta casi el ras del plácido mar.
Cuando sentado en el banco de la piscina se estaba quitando los zapatos de goma, oyó el violento rodar y deslizamiento de hojas secas, tierra, piedras y polvo que se precipitaban desde el cerro y cayeron a pocos metros de él; con ellos cayó también algo que golpeó fuertemente el piso; sorprendido y sobresaltado volteó la cabeza para ver qué estaba sucediendo y vio el justo momento en que “ese algo” se sumergía en la  transparente agua de la piscina.
Se acercó al borde para ver qué era y observó una especie de pez, más bien de ave, foca o no sabía qué cosa, que velozmente iba hacia el lado opuesto de la piscina; afinó la vista y vio una especie de serpiente o de lagarto que buceaba impulsándose con la cola, como si fuera la aleta caudal de un pez.
Llamó en voz alta al “Pollo Ronco Flores” (apodo con el que conocían todos al encargado del mantenimiento de la piscina) que se presentó de inmediato, lo puso al tanto de lo que había visto, le pidió que se colocara en el lado por donde suponía que emergería la iguana (ese era precisamente el reptil que estaba metido en la piscina) y que extendiera la mano como si fuera a agarrarla.
Como es de suponer, en cuanto la iguana sacó la cabeza tuvo que sumergirse nuevamente para evitar que la cogiera el Pollo Ronco y entonces la iguana se dirigió a otro lado de la piscina; cuando volvió a emerger Bert ya la estaba esperando con la mano estirada. Así estuvo la iguana como cinco vueltas, hasta que se cansó porque el agua no es su medio natural para desplazarse.
A la iguana no le quedó otra que “entregarse” y terminar en manos de sus captores. La agarró Bert y se la dio al Pollo para que la sostuviera mientras él se ponía los zapatos; agarró a la prisionera y para verificar si era iguano o iguana l@ sacudió fuertemente para escuchar “si las bolitas le sonaban como maraca”; como no sonaron, entonces supo que se trataba de una hembra, y por lo abultado de su barriguita, supuso que estaba “preñada de huevos”, ya listos para “ponerlos”.
Con su prisionera asida por la cola regresó casi corriendo al zoológico para ubicar al “Huesito Muñoz” el trabajador que “cuidaba” de los animales y del mantenimiento de ese hermoso y tranquilo espacio. Huesito se presentó de inmediato y Bert le pidió que le sacara los huevos a la iguana.
Sin más preámbulo, Huesito trajo un cuchillo y una “pana” (cacerola) de aluminio; amoló el cuchillo en la piedra más cercana, agarró la iguana y la “atrincó” entre su rodilla y la grama, le hizo un corte sesgado en el vientre y comenzó a sacar los huevos y la huevera, que era una bolsa traslúcida; en la medida que sacaba la huevera iban contando: 1, 2, 3, …. Total 36 huevos. Como ya no habían más, Huesito arrancó monte de entre la grama y, antes de que Bert siquiera pudiera preguntar, lo metió en la cavidad de la huevera, y soltó a la iguana que corrió para treparse en un árbol; Huesito le dijo a Bert que a las iguanas el monte se le convertía en carne. Aunque Bert no se lo creyó del todo, no había nada que pudiera hacer porque la iguana se perdió en el espesor de las ramas.
A las 2 de la tarde telefoneó a “el Pollino Luis Méndez”, uno de los supervisores que para ese momento trabajaba con Bert, le pidió que lo acompañara al Comedor de los Trabajadores para encargar a la jefa de las cocineras que sancochara los huevos de iguana que él llevaba en una bolsita de plástico. La doña arrugó la cara y argumentó que ella no comía la carne de la iguana ni sus huevos. Bert le dijo que no los llevó para que ella los comiera, que él se los iba a comer pero en ese momento necesitaba que los pusiera a  cocer en un poquito de agua con sal. (Después él los aplanaría como galletas y los freiría en una sartén). Le dejaron a la señora los huevos (de la iguana), y Bert encomendó al supervisor para que estuviera pendiente de ellos y se fue a trabajar.
A las 3 se presentó en su oficina el Pollino para comunicarle que la Jefa de Cocina le dijo que observaba “unas cositas verdes” dentro de los huevos (aún casi crudos y  semi transparentes), y ambos (la jefa de Cocina y él) consideraban que los huevos estaban “iguaneados”, es decir, que ya tenían las iguanitas adentro.
Bert dejó lo que estaba haciendo y fue a la cocina a ver esos huevos “iguaneados” yyyyyyy….. en efecto, tenían unos hilitos verdes dispersos en toda la “huevera”. Con mucho dolor y en silencio, metió los huevos en la bolsita plástica y la botó en el pipote de la basura.
Ya en la noche, en su casa, se puso a pensar en los huevos iguaneados y dale que dale a la cabeza, “cómo había ocurrido eso?”, cómo es que tuvo que botar en la basura 36 huevos de iguana?. 
En el proceso de análisis, revisó sus conocimientos del colegio yyyyyyy.. pegó un brinco. IMPOSIBLE QUE ESOS HUEVOS TUVIERAN SUS  IGUANITAS, imposible por cuanto la iguana NO ES OVOVIVÍPARO, es decir, que pese a que se reproduce por huevos, estos huevos deben anidarse e incubarse fuera de la iguana para que pudiera gestarse un iguanito, y en este caso, los huevos los habían sacado directamente del vientre de la iguana.
Pero “tarde piaste pajarito”,  ya había echado ese manjar exótico a la basura y se lo perdió.
Nota: Sacudir a la iguana para oír la maraca de las bolitas es una licencia literaria del autor, que en esta nota lo explica para evitar que algún lector desprevenido se ponga a sacudir a su perro, gato o loro queriendo oír si les suenan las “boloñas” para saber si es un macho.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

186 Acampar en Playa Los Hicacos

156 Tarkarí de iguana es una comida exótica