16 Mi hermano Julio, el que llamamos Carnavalón
A016 MI
HERMANO JULIO, EL QUE LLAMAMOS CARNAVALÓN
Escrito
por Berthing León Villanueva, Barcelona, Venezuela, el 16 de febrero de 2012



Estefanía,
mi madre, estaba sentada en una silla de madera, con su barrigota de 9 meses,
vestía una bata maternal de color blanco con estampado de flores rojas. Estaba
riendo alegremente como ella siempre lo hizo, tenía sus manitas entrelazadas
protegiendo su vientre. En las otras
sillas laterales se disponían a sentarse mi tía Mercedes y mi tía Bertha
después de haber bailado el Apuccllay y el Chancame Chancame.

Los
varones danzantes eran mi tío Víctor Pacheco y Víctor León. Todos están
contentos, con serpentinas a rededor del cuello, con las caras pintadas por el
rojo del rush (pintura de labios) y blancas por el talco Algunos tenían en sus
manos un chisguete Amor de Pierrot que dispensaba éter perfumado que producía un
“chorro de frío” cuando se evaporaba el éter; y había también quien traía en la
mano derecha la infaltable botella de Cerveza Arequipeña y en la izquierda un
vaso terciado por el líquido espumante y que estaba por entregar a una de mis
tías que acababa de sentarse y que le habían dicho “salud”.
Por
cosas de la vida, alguien tropezó y chocó con el tío que traía el vaso con
cerveza y la derramó sobre mamá, “bañándole” la barriga. Inmediatamente se la
secaron con una toalla, se lamentaron pero sin llegar a ninguna exageración y
comentaron “apuesto a que esta noche nace esa criatura” y en efecto, así fue,
esa noche dio a luz mi mamá. A qué hora ocurrió eso? Fue en su cama?, quién la
asistió? Sé que a las 4 am. lo parió en su cama, no la asistió mi tía Sara (esposa de mi tío Ernesto Villanueva), la asistió la partera del barrio, la señora
Eufrasia. Lo que recuerdo es que en la madrugada del Martes 17 nació mi hermano Julio y que cuando yo lo vi,
quedé sorprendido porque era bien coloradito, tenía el rojo de la sangre de
mamà que aún estaba sangrando, y quién iba a decirlo, que con los años, mi hermano Julio sería el
más blanquito de mis hermanos.
Nota:
El terremoto del 13 de Enero de 1,958 dañó muy seriamente toda la casa de los
abuelos León-Gómez y lo que quedó en pié terminó de derribarlo el terremoto del
15 de Enero de 1,960 (excepto 3 piezas, una de las cuales fue esa sala). Los
terremotos nos afectaron de una manera aplastante pues perdimos todo lo
material que teníamos, al extremo que no teníamos ni donde dormir; pero la
naturaleza no doblegó la voluntad de Estefa mi madre ni el ánimo de Domingo mi
padre, que supieron superar estas dificultades y sacaron adelante una familia
de ciudadanos de bien.
Gracias Estefita y gracias Dominguito.
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