144 Se encaprichó con entrar a Venezuela


144 SE ENCAPRICHÓ CON ENTRAR A VENEZUELA
Escrito por Berthing León Villanueva, Lechería, Venezuela,  20.01.2018

Pero, ¿No es que Bert no traía rumbo predeterminado? ¿Por qué ese empeño en ingresar a un país para el cual no tenía visa?  La respuesta solamente la podía dar y entender el propio Bert ya que estaba acostumbrado a lograr todo cuanto se proponía y sentíase víctima de discriminación porque si para ingresar a Perú no  se les exigía visa a los venezolanos, porque entonces se les exigía vías a los peruanos para ingresar a Venezuela?. Se preguntaba él ¿Dónde queda la tan cacareada reciprocidad? Se le rebeló el arequipeño interior y se propuso conseguir la visa e ingresar a Venezuela “por puro gusto” y después irse a otro país.
Bert llegó a la casa quinta donde funcionaba la embajada y el consulado general de Perú en Bogotá y tocó el timbre; al rato abrieron una ventanita y le señalaron un letrerito que decía “horario de atención al público de 8:30 a 11:30”.  Bert vió su reloj y eran las 11:35 pero igual: no lo atendieron, se quedó en la calle; pero se percató que un hombre de traje y corbata estaba cerca, a la sombra de una palmera en el jardín de la entrada y que lo estaba observando. Por la apariencia física, por el lenguaje corporal y por su actitud, Bert dedujo que el individuo estaba relacionado de alguna manera con la embajada o con el consulado y se le acercó para verificar si allí trabajaba, el hombre asintió y dijo que era el Chofer del Embajador, entonces Bert le dijo:
-       Mire amigo, yo soy peruano, soy un militar y aunque no sea horario de atención yo voy a hablar con el Embajador, así es que le pido que no se sorprenda ni se altere cuando yo me acerque a él porque yo no soy un peligro.
Simultáneamente a la explicación, Bert mostraba al Chofer su Carnet de Identidad Militar. Tranquilizado el chofer convinieron en que Bert abordaría al Embajador en cuanto saliera del edificio para subir a su automóvil.

Cuando el Embajador salió de la casa quinta Bert esperó que el Embajador se contactara visualmente con su chofer para entonces mirar a Bert, el cual se le acercó calmada y sosegadamente para hablar muy tranquilo, respetuoso y en tono apacible. Se presentó, le dio su nombre, se estrecharon las manos y Bert le explicó la dificultad que tenía para ingresar a Venezuela por no tener visa, la exigencia del consulado venezolano en Bucaramanga de que obtuviera la visa en Bogotá y que a su vez el Consulado en Bogotá le exigía un pasaje aéreo de salida de Venezuela. El Embajador lo escuchó y le dijo que volviera a las 2 de la tarde para que el Cónsul lo atendiera.
A las 2:00 Bert estaba “como un clavel” en la puerta de ese territorio nacional peruano que es la embajada, tocó el timbre y en cuanto abrieron la ventanita le preguntaron su nombre y lo invitaron a entrar, a tomar asiento y le brindaron un cafecito. Casi al instante pasó por ese hall un conocido de Bert. Se trataba del Coronel FAP Reátegui (conocido como el charapa por ser del departamento de Loreto) con quien tuvo el honor de recibir en Texas los primeros helicópteros Twin Bell. El Coronel para ese momento desempeñaba funciones de Agregado Aéreo. Se reconocieron inmediatamente y en cuanto Bert lo saludo, el Coronel lo invitó a su oficina para conversar y le dijo:
-       Cuánto gusto verte, estás de vacaciones?
-       Pues no mi coronel, no estoy de vacaciones, hace unos meses solicité mi pase al Retiro y estoy turisteando por la patria grande; en este momento estoy esperando al Cónsul General para que por instrucciones del Embajador me tramite la Visa de Turista para ingresar a Venezuela.
-       Bueno, si tienes alguna dificultad regresas a mi oficina para conseguírtela porque el Agregado Aéreo de Venezuela y yo somos grandes amigos y tratándose de ti puedes contar con eso.
-       Muchas gracias mi coronel y así lo haré.
En ese preciso momento, de la oficina del Cónsul llamaron a Bert para continuar con los trámites que ya estaba haciendo y escuchó cuando el Cónsul de Perú le decía a su homólogo de Venezuela que “……. mi estimado colega, si ustedes siguen así de exigentes con los peruanos, nosotros nos veremos obligados por las circunstancias a aplicar reciprocidad en las medidas a los venezolanos cuando viajen a Perú, …. Bueno, entonces vamos a proceder así para que lo atiendas. Gracias” Cuando terminó la conversación telefónica, el Cónsul le dijo a Bert que había hablado con su homólogo de Venezuela y acordaron que lo remitiría a su oficina con una correspondencia para concederle la visa.  Bert agradeció la gestión, pasó para despedirse del Coronel charapa y 15 minutos después se encontraba en el Consulado de Venezuela presentando la carta que el Cónsul de Perú le entregó junto a su pasaporte para que le estamparan el sello de la visa.
De esta manera Bert pudo continuar su viaje de “reconocimiento” y retomó la ruta por Bucaramanga y Cúcuta para ingresar a territorio venezolano por San Antonio del Táchira.  Esta ruta es por los Andes y hay que atravesar los páramos de la cordillera oriental de este sistema que termina por diluirse y perderse en los llanos colombo-venezolanos.
Bert arribó a Caracas el 12 de febrero, en un viaje de 34 días, no tanto por la distancia recorrida ni tampoco por las dificultades, más bien porque el viaje era de “conocimiento” de los pueblos, de su geografía, ciudades, arqueología, arquitectura, música, comidas, idiosincrasia, costumbres, bailes, en dos palabras: su naturaleza y su cultura.

Cuando llegó a Caracas, llamó a William Ware al número telefónico de la casa de sus parientes en Las Mercedes donde el guacho estaba alojado. Se saludaron y William le dijo que no se moviera del lugar porque iría a buscarlo en 30 minutos. En efecto, el “guacho” lo buscó y llevó a casa para que los primos lo conocieran y le dieran alojamiento provisional.

Pasados los momentos del recuento de los acontecimientos desde el momento en que Bert quedó en el lado colombiano de la frontera, los dos amigos salieron para caminar las dos cuadras que los separaban del Hotel Tamanaco (hotel emblemático de Caracas) y se dieron tremendo baño turco incluidos masajes para superar todo el stress acumulado en los viajes. En la noche salieron a rumbear con una prima de William “guacha” también de Montevideo, una ruebiecita bien linda de nombre “Chiquita” y dos amigas.
Todo fino, chévere, “descansaron” el domingo con un paseíto al Lago de Valencia donde se podía pescar y practicar kayak. Al atardecer regresaron a casa para de verdad descansar porque al día siguiente Bert intentaría “probar suerte” buscando la dirección del tío de una amiga de la universidad que cuando Bert la invitó a tomar un café para comentarle sus planes de emigrar la amiga le dijo:
-       Si alguna vez, en tu viaje de reconocimiento y aventura llegas a Caracas, busca a este señor que es mi tío, dile que de parte mía te oriente para ubicarte en un trabajo.
El lunes a las 10 salió Bert de su alojamiento temporal en Las Mercedes y fue a buscar la dirección de la empresa donde supuestamente encontraría al tío de la amiga. Encontró el lugar, se trataba de una empresa que elaboraba estuches para joyas. Preguntó por la persona y le dijeron que tomara asiento porque lo iba a atender el propietario de la empresa.
Bert fue conducido a la oficina del propietario que lo recibió muy cordialmente, le preguntó el motivo por el cual buscaba a ese señor y concluyó diciendo lo siguiente:
-       En efecto, ese señor trabajó en esta empresa hasta hace poco menos de 1 mes, era el gerente y se fue por motivos familiares, así es que me quedé sin gerente y estoy buscando uno.  Como usted dice que es egresado universitario en Administración, podría usted mostrarme su título académico?
-       Aquí tiene el Curriculum Vitae detallado, donde podrá apreciar mi trayectoria profesional y de vida.
Cuando el Propietario de la empresa recibió la carpeta pudo apreciar que ese individuo no solamente tenía bastantes conocimientos, que lo que más tenía era MUNDO. Que tenía muchos kilómetros de rodaje y la máquina la tenía aceitadita.
El Dueño de la empresa le ofreció empleo con el cargo de Gerente y obvió la condición de Turista con la que Bert estaba en ese momento. Bert le hizo saber que esta visa no le permitía trabajar pero sin embargo el Propietario le dijo que el Abogado de la Empresa se encargaría de tramitarle la Visa de Transeúnte que si permitía realizar actividades económicas. Bert se comprometió a ocupar esa vacante desde el día miércoles 17 de febrero porque el día martes (apegado al reglamento militar) tenía que presentarse en el Consulado General de Perú para informar su arribo y su lugar de residencia.
Algunos dicen que Bert es una persona con mucha suerte porque en la primera empresa donde fue a buscar trabajo lo consiguió, y acotan que “….además, de Gerente, con oficina y secretaria”.  El dice que la suerte no lo es todo en la vida y en su opinión profesional como Administrador agrega que su llegada a esa empresa es el resultado de la aplicación del Método JIT (Just In Time) Justo a Tiempo porque llegó en el momento preciso al lugar preciso.
Yyyyyy…. Bert comenzó otra fase de su vida en Caracas, Venezuela.

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