9 Cuju Thomás, Cargador del Mercado Antiquilla


9  CUJO TOMÁS, CARGADOR DEL MERCADO ANTIQUILLA
Escrito por Berthing León Villanueva, Barcelona 12.02.2012



Un video que siempre recibo se llama mycujoo y ese nombre me hace recordar a un personaje que fue muy conocido por todos los que vivíamos en La Antiquilla; me estoy refiriendo a Tomás el "cargador" del mercado, un "paisano" (serrucho pues) como de 50 años que era medio gambeto (cojo) y la gente (pero no tan gente) jodedora (como eran todos los muchachos del barrio) le decían "el cujo Thomás".
A este personaje le gritaban los "palomillas del barrio": ¡CUUUUUJU, YAU,YAU, CASATE CONMEGO" a lo que Tomás les contestaba con una mentada de madre en perfecto YANKE (No Yanqui de EEUU sino de Yanque en Chivay) y con su honda les tiraba las piedras que cargaba en su "faltiquera" para casos como este, entonces los muchachos se echaban a correr, se escondían y se reían de su travesura. Jajajajaja.
Pero porqué reaccionaba así Tomás? Sería acaso que había algo oculto que hizo que cultivara una gran animadversión hacia los muchachones de ese barrio lindo de Antiquilla?
Molestar verbalmente a Tomás no pasaba de ser una palomillada o travesura, pero una generación anterior, cuando Tomás era joven fue objeto de un hecho que no solamente era una palomillada, porque a veces esas travesuras son más que eso, son unas mataperradas que rayan en lo que pudiera ser un delito. Y ahora les digo cómo fue.
Ese día el Cuju Tomás estaba entregado a sus quehaceres diarios, acarreando o trasladando algún pesado costal de más o menos 50 kilos, que contenía comestibles, tales como maíz en grano, , choclos, arroz, papas, frejoles, repollos, zanahorias, cebollas, etc., para ello tenía que amarrarse el costal a la espalda con una cabuya que “abrazaba” a Tomás con el costal.
La maniobra para poder levantar y trasladar el pesado costal comenzaba cuando Tomás se ubicaba delante del costal, lo amarraba por la mitad con dos dobleces de la cabuya, se daba vuelta sobre sus pies para quedar de espaldas al costal, se ponía en cuclillas, después colocaba la rodilla derecha en el suelo, se amarraba la doble cabuya en el pecho, se agachaba lo más que podía para hacer que el costal apoyara parte de su peso en su espalda y entonces iniciaba el levantamiento total del costal.
Un poco complicada la descripción, verdad? pero había que hacerlo.
Puntualizo y profundizo en la acción de apoyar la rodilla derecha porque esa sería la pierna que pondría de pie a Tomás con su carga en la espalda, lo cual implica que necesariamente hay que levantar el talón del pie derecho para apoyar el peso en la parte delantera del pié.
Dicho esto, debo aclarar que toda esta acción había sido estudiada por los palomillas de este relato y consiguieron con el zapatero que les regalara una tachuela cabezona, capaz de quedar parada sobre su cabeza y “Ese día de la maldad” estaban esperando que llegue el momento preciso. Estaban “cazando” al Cuju y en cuanto vieron que se agachó, hincó la rodilla y levantó el talón, uno de los palomillas corrió silenciosamente por detrás de Tomás y colocó la tachuela con la puya para arriba justamente debajo del talón de Tomás.
Cuando Tomás se echó el pesado costal sobre la espalda, tenía que hacer el movimiento de “envión” para levantar el saco y para ello tenía que apoyarse fuertemente sobre los dos talones, al así hacerlo, la tachuela se enterró en el talón encallecido exteriormente pero que en su interior tenía carne viva y se escuchó un AYYYYYY, ACHACAU CARAJU y rodó en el piso junto con su carga.
Tomás se llevó ambas manos al pié y consiguió el objeto que le causó ese dolor y estaba tan fuertemente incrustado que le costó extraerlo. Con las uñas y como pudo sacó la tachuela ensangrentada y se levantó para buscar a los sospechosos de esto, porque para él eso no era una casualidad, pero por más que escudriño el lugar y los alrededores no vio a nadie, porque cuando Tomás rodó por el suelo esos muchachos se asustaron y huyeron por la calle Chullo y no pararon sino hasta la calle Rancho Grande.
Yo no estuve allí, pero la fuente que me lo contó siendo yo un niño, era digna de credibilidad.

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