164 La curiosidad mató al gato y a Techi también


164 LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO Y A TECHI TAMBIÉN
Escrito por Berthing León Villanueva, Lehi, Utah, USA, el 26 de Noviembre de 2017
       
Bert había aprendido a cocinar la carne de iguana en tarkarí (con curry) y en leche de coco, como expresiones culinarias de comida exótica con la carne de iguana. Se esmeraba para que fuera una comida deliciosa. Compraba vegetales selectos, ajo, cebolla, pimentón, ají dulce, tomate, etc. y no escatimaba en darle un toque de “cocina oriental” con curry y para complementar la faena, minutos antes de sacarla de la candela la rociaba con un buen vino para darle el último hervor. Dicen que le quedaba delicioso.
Un jueves, después de salir del trabajo y hacer el respectivo deporte, apareció en su casa con una iguana troceada lista para guisar, pero los ingrediente que consiguió en la refrigeradora no eran los que él necesitaba o eran insuficientes, así es que colocó la carne en un envase y la guardó también en el refrigerador para guisarla después. El viernes fue otro día casi con el mismo trajín y se olvidó de ir al “super” a comprar y al abrir el refrigerador vio el envase con la carne y le dio temor de que se dañara, porque es una carne muy, pero muy delicada, así es que la sazonó con ajo, sal, orégano y comino y volvió a guardarla.
El sábado cuando se levantó eran ya las 10 de la mañana, abrió el refrigerador y se volvió a encontrar con esa carnita y no quiso dejarla por más tiempo; la sacó, calentó una sartén, le agregó un poquito de aceite y comenzó a freír las presas con un poquito de curry, y conforme se iban dorando las iba colocando en un plato.
Cuando estaba terminando de sacar la última presa sonó el timbre de la puerta. Salió a abrir y consiguió a un matrimonio amigo,  que vinieron a visitarlos. Se saludaron muy cariñosamente y casi de inmediato vino el comentario de parte de la esposa visitante a la que cariñosamente llamaba La China:
-   Pero qué rico huele esta cocina, qué estás cocinando Bert?
 Y sin esperar respuesta la china se fue a la mesa de la cocina, le echó mano (y diente también) a la primera presa “que se le atravesó” y dijo:
-    Qué sabroso están estas carnitas, puedo comerme otra?”
Inmediatamente Bert buscó un plato grande y le sirvió 8 presas. De esta ración, la amiga le dio una presa a su esposo, y “se dieron vida saboreando” los dos, buuuueno, ella más que él. Para redondear la atención como buen anfitrión que era Bert (con estos amigos más aun) y a pesar de la hora (antes del mediodía) descorchó una botella de vino blanco por tratarse de una carne blanca y delicada y brindaron todos mientras los “Oswaldo” complacían su paladar.
Después de su banquete les comentó Bert:
-  Techi, yo no sabía que les gustaba tanto la iguana, de haberlo sabido ya les hubiera invitado a comerla desde que llegaron a estas tierras.
Esa mujer salió corriendo al baño y se escucharon unos sonidos como tratando de expulsar los que se había comido, pero no pudo vomitar.
Eso le pasó por curiosa y cuando le dije que iba a escribir este acontecimiento no pudo aguantar la risa.

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